El Embajador inició la velada con palabras de agradecimiento dirigidas a todos los presentes, a su equipo, a la comunidad internacional y a los socios que hicieron posible el evento. Asimismo, destacó que se trataba de una ocasión especial también en lo personal: por primera vez, su esposa Mika lo acompañaba en esta celebración, añadiendo una nota familiar al encuentro.
Rememoró su primer año en Viena como representante permanente y los retos iniciales de integrarse al mundo de la diplomacia multilateral. En ese contexto, rindió homenaje al llamado Vienna Spirit, ese espíritu de diálogo, cooperación y respeto mutuo que, en sus palabras, “trasciende los intereses nacionales para construir progreso común”.
Enseguida, tomó la palabra el Dr. Gerd Müller, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (UNIDO), quien destacó a Japón como un socio fundamental de Naciones Unidas. Agradeció su rol como anfitrión ejemplar en Viena y elogió su compromiso con el desarrollo sostenible, la innovación y el diseño del futuro, en clara referencia a la próxima Expo 2025 en Osaka. “La Expo nos recuerda que el futuro no es algo que esperamos; es algo que construimos juntos”, afirmó.
El Dr. Robert Floyd, Secretario Ejecutivo de la CTBTO, ofreció uno de los discursos más emotivos de la noche. Con un tono directo y humano, invitó a pensar en los aniversarios no solo como recuerdos, sino como oportunidades para reconectar. Aludió al inminente 80.º aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, recordando que, desde entonces, no se ha vuelto a usar un arma nuclear en combate. “Eso se debe a ustedes”, dijo mirando a sus colegas, “a la diplomacia, a la voluntad política y al trabajo incansable por la paz”. Su mensaje fue una reafirmación del rol de Viena como ciudad del diálogo multilateral y sede de la diplomacia por la no proliferación nuclear.
Luego el Dr. György Molnár, jefe de la Secretaría del Acuerdo de Wassenaar subrayó el liderazgo de Japón en los regímenes multilaterales de control de armamentos, especialmente este año, en el que Japón ejerce la presidencia rotativa del Acuerdo, guiando sus trabajos y facilitando el consenso entre los Estados participantes.
La velada continuó con networking, música en vivo y un ambiente cuidado hasta el último detalle.









Sadō: La ceremonia japonesa del té
Uno de los momentos más emblemáticos del evento fue la ceremonia del té, dirigida por la maestra Sra. Akiko Forman y su equipo. Esta práctica ancestral, conocida en Japón como Sadō o Chanoyu, fue presentada como una experiencia viva de hospitalidad. Los gestos contenidos, el silencio sereno y la atención plena crearon una coreografía en la que cada movimiento tenía un propósito: purificar, preparar, ofrecer, agradecer. Lo que podría parecer una secuencia de acciones simples es, en realidad, una expresión profunda de respeto hacia el otro y hacia el momento presente.
Todo en esta ceremonia evoca un ideal estético y espiritual derivado del budismo zen: armonía (wa), respeto (kei), pureza (sei) y tranquilidad (jaku). Más allá de su belleza formal, Sadō es una forma de cultivar la sensibilidad, una filosofía de vida que enseña a estar verdaderamente presente.
Tanabata: Deseos en papel y estrellas
La estación de Tanabata invitó a los asistentes a participar en una de las tradiciones más queridas del verano japonés. Según la leyenda, las estrellas Vega y Altair, separadas por la Vía Láctea, solo pueden encontrarse una vez al año, el 7 de julio. En honor a ese reencuentro, los invitados escribieron sus deseos en tiras de papel llamadas tanzaku, que luego colgaron simbólicamente en ramas de bambú. Así, una antigua leyenda japonesa encontró eco en el corazón de Viena, conectando culturas a través de la emoción más universal: la esperanza.
El sabor de Japón en cada detalle
La propuesta culinaria, a cargo del chef Daisuke Ono, sorprendió a los asistentes con una muestra auténtica de la cocina japonesa, con sabores tradicionales y refinados. La experiencia fue realzada por una selección de sakes premium servidos por Nippon‑ya y Sakenova, incluyendo etiquetas como Yuzu no Kaze, Katsuyama Akatsuki y Ugo no Tsuki, todas celebradas por su pureza y carácter regional. Junto al sake, brilló otra joya del Japón contemporáneo: el Suntory Whisky Toki, servido en su versión highball, con soda y hielo.
Un final con ritmo y alma
Cuando la noche avanzaba, el Embajador sorprendió a todos con un gesto tan inesperado como encantador: se sentó en la batería y, acompañado por varios músicos, interpretó una pieza festiva que llenó la residencia de ritmo y alegría. Fue un momento espontáneo de celebración, recibido con aplausos, sonrisas y un entusiasmo compartido por los presentes.
Así concluyó la Garden Party japonesa en Viena: un evento ceremonial plenamente vivido, donde la cultura, la amistad y la diplomacia se entrelazaron con autenticidad. Un recordatorio de que, incluso en tiempos complejos, siempre hay espacio para el encuentro, el arte y la esperanza compartida.